Luzía Sonríe...

Si las pulgas hablaran, picarían menos.

Nueva York, ¡me has encantado!

Siempre he escuchado aquello de «la primera impresión es lo que cuenta», pero en el caso de Nueva York, para mí no fue así… Visitar esta ciudad no me hacía especial ilusión, no …

Siempre he escuchado aquello de «la primera impresión es lo que cuenta», pero en el caso de Nueva York, para mí no fue así… Visitar esta ciudad no me hacía especial ilusión, no era mi primera opción y creo que si hubiera sido por mí, nunca habría ido. Pero, como tampoco digo que no a un viaje, pues allí fuimos!

Central Park

Es imposible que Nueva York te deje indiferente, por todos los contrastes que tiene. Y seguro que esto no es nada nuevo. Pero, la verdad que lo que más me gustó de esta ciudad es todo lo que yo pude experimentar dentro de mí, porque disfruté como una niña, me reí a más no poder y simplemente me dejé llevar por el momento.

Necesitaba desconectar después de un verano de trabajo, mentalmente absorbente y era un viaje deseado, no por el lugar en sí, sino porque llevaba demasiado tiempo sin salir de casa, sin volar a un sitio «lejos, lejos», utilizar otro idioma, perderme por calles ajenas, descubrir la vida lejos del hogar.

El primer día de cada viaje es un cúmulo de nervios y miedos a «no llegar a tiempo» y salir a las 4 A.M. no ayuda. El primer avión con retraso e incertidumbre por si no llegábamos a la conexión de Madrid, mi ansiedad junto al cansancio me dejaba cara de rancia, pero ya estaba JuanRa ahí dispuesto a hacerme reír. Ya en Madrid, ronda de preguntas antes de subir al avión por una persona muy amable al que acabamos denominando «el polígrafo humano». Esta situación todavía nos hace reír cuando nos acordamos… 

Y llegamos a Nueva York! Qué ilusión… qué ilusión pasar 1 hora en «inmigración», con Juanra sin saber qué hacer ni donde esperar… De hecho, casi le toca esperarme retenido por seguirme hasta la sala de inmigración intentando preguntarme qué hacía él. Pero, bueno… Tengo un apellido difícil. Ya de camino al hotel el cansancio comenzaba a notarse en forma de dolor de cabeza, fatiga y malestar.

Y llegamos a Times Square… y lo primero que se me pasaba por la cabeza era «pero, ¿dónde me he metido?». Aquello es un caos de luces, de aspecto sucio y abarrotado de gente por donde mires. Me recordó a Benidorm un sábado noche… Y una obra justo frente a la habitación del hotel… Y lo peor… en control de aduanas me habían abierto la maleta rompiendo la cerradura ¡Olé! menudo inicio de viaje ! Y rompí a llorar… Deseaba en lo profundo volver a casa… Pero nada que no se arregle con unas 10 horas de sueño! Y listos para comenzar a descubrir la ciudad.

El primer día elegimos una excursión llamada «Contrastes» que nos encantó, porque pudimos ver un poquito todo lo más característico de la ciudad y descubrir parte de su historia gracias al guía de la excursión. Sí, es una opción muy «turística», pero la volvería a coger sin pensarlo, porque me permitió comenzar a descubrir diversas culturas y formas tan diferentes de vivir dentro de una misma ciudad que, a mi modo de ver, no es excesivamente grande. Y sí, Nueva York es de contrastes, de calle a calle varía lo que encuentras, las personas, los hábitos, el tipo de viviendas, la procedencia de la gente… Y eso, creo que es muy bonito. Con lo que me gusta a mí eso del «MultiKulti»!

El resto de días íbamos por libre, caminando a todas partes y sin un horario fijo y nos fue muy bien. Teníamos una de esas tarjetas con atracciones turística típicas, donde entraban el MET y el Museo de Ciencias Naturales. Volvería a Nueva York solo por visitar estos dos sitios de nuevo, porque son tan grandes que en un solo día es imposible poder disfrutarlos con tranquilidad. Salí de cada museo como una niña el día de Reyes, con ilusión, motivación y ganas de aprender y seguir disfrutando, de dibujar, de estudiar los animales, de crear ilustraciones… Y pasear por Central Park de vuelta al hotel, recordando todo lo que había visto… Simplemente, fueron dos días perfectos! 

En cuanto a museos, también visitamos el Guggenheim, el día que es de acceso libre. A mí me encantó todo lo que transmitía el lugar, la disposición de las obras de Giacometti y de otros Artistas, las luces, la arquitectura, el espacio… Personalmente , no tengo predilección por este tipo de arte, pero las dos horas que pasamos allí fueron muy interesantes y guardo muy buenos recuerdos de aquello. 

¿Y para comer? Nosotros comimos bastante bien, a pesar de mi celiaquía. Solo se trata de buscar un poquito y adaptarte un poco a lo que pueda haber. Me descargué el mapa de Nueva York de Google Maps con los sitios sin gluten, así que esto ayudaba mucho, pero aún así, tuvimos bastante suerte.

Fuimos varias veces a NOGLU. Y fui muy feliz. Todo sin gluten, dulce y salado. 

Algo que me gustó mucho fue comer en Bryan Park. Qué sitio más chulo, con las mesas por todo el parque. Para mí esa es la mejor forma de comer, porque al final reduzco bastante a incertidumbre de cómo habrán preparado mi comida. Siempre que podíamos íbamos al super, comprábamos unas cuantas latas, ensalada y fruta y comíamos tipo Picnic. Así eran nuestras cenas cada noche… 

Si tengo que elegir, me quedo con las vistas del Empire State, que me pareció impresionante y al que estuvimos a punto de no subir. Un día, no sé en qué libro, vi varios edificios de Nueva York, y desde entonces quedé fascinada por el edificio Chrysler. Verlo tan de cerca me hizo entender el porqué siempre me ha gustado tanto su arquitectura, sus líneas y ese estilo tan peculiar que te retrotrae a otra época.

Hubo muchos otros sitios espectaculares, muy conocidos por todos, lugares de película, turísticos pero sorprendentes. De Nueva York me traigo muchas imágenes, muchos recuerdos y emociones bonitas, nuevas experiencias que espero poder transferir a algunos de mis proyectos. De allí vuelvo con otro sentir de mí, con la sensación de que mi vida y el tiempo se han reencontrado, se han hecho amigos y caminan de la mano, porque no es necesario viajar en soledad a lugares perdidos para poder estar con uno mismo, simplemente hace falta construirse y ordenar el interior cada día, para sorprenderte un día disfrutando cada momento como una niña.

Y es por eso que de Nueva York volví con mucho en mi interior a lo que ir dando forma poco a poco, porque para mí fue como poner el cronómetro a cero y comenzar a caminar de nuevo, libre, con ganas e ilusión. Llena de Vida y energía, más yo que nunca, más feliz. 

Y es que, con sinceridad, no tenía ilusión por conocerte, no sentía atracción por visitar tus calles, tus rincones, tus espacios y gentes. Sin embargo, tú me has dado vida sin yo esperarlo, sin yo haberte tenido en cuenta, pero es que al final, no es la primera impresión la que cuenta, sino que es necesario estar abierto a nuevas oportunidades, a dejarse invadir por cada lugar y exprimir cada experiencia, de la naturaleza que sea. Nueva York, me has encantado…

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