Este año he leído dos libros de María Dueñas, una escritora que a mi madre le gusta mucho y que gracias a ella, me animé a descubrirla yo también.
Las dos novelas tienen como protagonistas principales a mujeres y se desarrollan en Nueva York y California. Mujeres de diferentes épocas, pero que se ven abocadas a reestructurar sus vidas por completo lejos de sus raíces. Lejos de España. Lejos de la seguridad que ofrece lo conocido. Y sin embargo, a pesar de las circunstancias, los altibajos y la crudeza a la que a veces nos expone la vida, todas ellas muestran, de una manera real y humana, cómo la entereza y el coraje son el motor que nos moviliza para crear nuevas oportunidades.
Son novelas de aparente sencillez en la temática, donde se muestra la vida tal cual es, con sus quiebros, sus alegrías, sus baches… y, sin importar, la época en la que estén ambientadas, te reconoces en sus personajes, los acoges al instante y viajas a su lado, lejos, compartiendo su desazón, las ilusiones, el latir de su corazones, la soledad…
En cuanto a la parte más técnica, siendo yo amateur en la materia, me parece que la documentación y la investigación previa a la escritura de una novela es algo fundamental, sobre todo cuando se novela histórica se trata. Y en estos dos libros se palpa todo ese estudio previo, el dominio de la materia y de los detalles. La sutileza, la precisión y la sencillez con la que María Dueñas escribe me ha permitido aprender muchísimo leyéndola, tanto de su estilo, como en lo personal, porque sus historias pueden formar parte de la vida de cualquiera.
Y si algo me ha parecido especialmente interesante de su estilo es su capacidad de transmitir esperanza con sus palabras. Es un estilo amable, bonito, sencillo y educado. Es muy agradable leer a María Dueñas.