Luzía Sonríe...

Si las pulgas hablaran, picarían menos.

Los cambios con queso, se llevan mejor.

La vida son cambios a los que adaptarnos. Todos traen momentos emocionantes y sorprendentes y otros de melancolía por lo pasado. Pero, cambiar supone evolucionar, seguir adelante y si lo acompañas de queso, mucho mejor.

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Lo que escribo

Lo mío con el queso me viene de lejos. Con pan y tomate es mi comida “especial”, aunque ahora con el pan sin gluten ya no tiene la misma gracia.

Esa transición impuesta por la enfermedad celíaca fue un cambio complejo de asumir, a pesar de ser la luz de salida de un pozo de años de incertidumbre.

Y al poco de nacer Alba y para poder continuar con la lactancia materna, su alergia (pasajera) a la proteína de vaca hizo que, durante 6 meses, de mi comida favorita solo me quedara el tomate. En esta época es cuando más agradecí haber estudiado nutrición, porque en una restricción como aquella hay que hilar más fino para que no haya carencias y la alimentación no fuera aburrida. (No hay alimentos indispensables, pero a menor variedad, más complejo es adaptarse y mantener una alimentación saludable y nutritiva).

Cambios. La vida son cambios. Unos más drásticos y otros más suaves, pero son inherentes a la existencia. En este caso en la alimentación, pero no por ello más sencillos, porque modificar un hábito a veces va mucho más allá que dejar de consumir o hacer algo que parece “simple”. Es aceptar que nuestro arraigo a ciertos recuerdos y momentos vividos va a ser diferente. Implica un mayor grado de organización y un gasto de energía hasta que todo vuelve a equilibrarse.

Casi siempre el “hola” y todo lo que traen las novedades es mejor, nos da la oportunidad de crecer y sentirnos realizados por enfrentarnos a nuestras limitaciones y sentirnos capaces. Pero, el miedo a perder, la incertidumbre del qué será  y cierto malestar durante la transición pueden paralizarnos. Con el tiempo me he dado cuenta que me genera más malestar creerme estancada que lanzarme al vacío del cambio, así que la expectación por lo que vendrá y esa cierta angustia por lo que queda atrás se entremezclan dentro de mí, haciendo que en ocasiones no de pie con bola y necesite desconectar, hablar, llorar, correr… o comer queso jaja.

Inmersa en una larga etapa de cambios más frecuentes de lo habitual, algo inestable y ansiosa, pero sintiendo la emoción de las oportunidades que van a llegar. Me siento agradecida y afortunada, aun subida en esta montaña rusa pasajera.

Laura Sánchez.