Luzía Sonríe...

Si las pulgas hablaran, picarían menos.

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”La Postal” de Anne Berest

La recepción de una misteriosa postal lleva a la autora a reconstruir la vida de sus antepasados. Cinco generaciones de mujeres marcadas por el holocausto y la reflexión de la autora sobre lo que significa ser judía, todo ello escrito con gran sensibilidad.

Libros

La literatura nos permite tratar asuntos complejos, recuerdos difíciles o historias que te encogen el alma dándoles una salida en forma de palabras. Crear una novela a partir de vivencias reales, propias o ajenas, es un recurso muy utilizado. Sin embargo, conseguir emocionar y transmitir de la manera que lo hace Anne Berest en este libro autobiográfico y hacerlo sin caer en lo melodramático o retorcido es, para mí, alcanzar la perfección.

Desde hace un tiempo, mi forma de leer y de elegir mis lecturas ha cambiado. Si bien antes simplemente era un pasatiempo, ahora voy alternando libros elegidos por puro entretenimiento con otros de temáticas y géneros nuevos, más o menos complejos, alternando grandes clásicos con autores contemporáneos. Hay libros que me sorprenden, otros que me incomodan. Insulto, algunos que simplemente leo por cómo están escritos. Ya no busco solo distraerme, sino aprender, encontrar recursos con los que describir la vida de una manera más interesante, sutil, acercarme más a esa profesión de escritor que tanto anhelo, reflexionar y nutrir mi cerebro de contenidos que me reten, que me desborden las emociones o me hagan sentir cambiada una vez finaliza la historia. Los libros siempre han sido un recurso donde encontrar placer, tranquilidad y calma, de los que aprender y con los que poder entender otras formas de ver la vida. Mis inseguridades se han alejado mientras me concentraba en la lectura. Mi caos se ordena mientras reviso los libros de mi biblioteca personal. Muchos sentidos se funden con un libro en las manos: tanto, olfato, vista. Incluso el oido, con ese característico crujir de las páginas al pasar.

Hace poco vi anunciado el libro de Anne Berest y me llamó la atención al instante y lo compartí con una amiga a la que le apasiona la lectura como a mí, invitándola a leerlo, porque la temática me parecía que podía resultarle de interés, algo que solemos hacer varias veces a la semana. Sin embargo, y a diferencia de otros títulos que hemos compartido, mi amiga decidió regalármelo: “Léelo tú y me cuentas”. Y gracias a este efecto “rebote”, el que podría haber sido uno más de nuestros libros caídos en el olvido, se ha convertido en una lectura que me ha cambiado por dentro, que me ha enriquecido y que ha resultado ser como un torbellino emocional, una inspiración y un reflejo propio en el proceso vital de la autora.

Empecé “La postal” sin saber bien a qué me enfrentaba, porque no suelo leer en profundidad la contraportada, pero rápidamente me atrajo. Es un libro escrito de una manera poco habitual, estructurado en tres capítulos denominados “libros” que narran la historia de varias generaciones de una misma familia. Lo que más me llamó la atención fue el uso de los tiempos verbales, presente y pasado, con la dificultad que supone, pero me resultó muy interesante comprobar la claridad con la que se desarrollaba el texto. La estructura del libro es muy clara y la manera de presentar los acontecimientos es muy efectiva, ya que a pesar de su complejidad el lector nunca se pierde y lo acerca con una gran sensibilidad a la realidad vivida por millones de judíos durante el holocausto. 

Una temática dura, difícil de digerir en ocasiones sobre la que este libro te sitúa a la perfección, erizándote la piel en muchos momentos y absorbiéndote de una manera muy sutil, sin llegar a generar pudor o rechazo, porque a diferencia de otros libros, la autora habla con mucha delicadeza sobre la cruda realidad que vivieron los judíos en aquel momento histórico. Sin caer en lo morboso ni en adentrarse en detalles escabrosos, pero exponiendo de una manera muy contundente la realidad vivida por muchos judíos en Francia, alrededor de 1942-44.

Posiblemente, si hubiera leído la contraportada hubiera sido reticente a adentrarme en este tipo de historias que te sitúan en una realidad que te envuelve desde el dolor y la incredulidad, pero estoy contenta por haber tenido la oportunidad de disfrutar del estilo de esta autora, de la que he aprendido muchos recursos, formas de describir sutilmente algunas situaciones complejas, así como, me ha situado en una realidad que en ocasiones me ha generado mucha incomodidad, recelo y cierta angustia, pero también conocimiento y comprensión de detalles históricos que en ocasiones olvidamos o desconocemos.

Aun cuando atravesamos un momento tan convulso, esta lectura ha llegado en el momento adecuado en el que estaba preparada para asumir los hechos sucedidos, entender lo que suponían y exprimir las fórmulas literarias y todos los detalles técnicos que este libro ofrece.

Escribir una autobiografía de estas características, donde la autora, Anne Beret, debió abstraerse en muchos momentos para poder describir ciertos hechos dramáticos ocurridos en una época tan convulsa como fueron los años 1940 al 1944, debe ser emocional y técnicamente complejo, pero desde mi punto de vista, creo que ha conseguido realizar un trabajo excelente.