Luzía Sonríe...

Si las pulgas hablaran, picarían menos.

En una habitación de hotel.

Una historia basada en «Habitación de Hotel» de Edward Hopper.

Lo que escribo
Relatos cortos

Guillermina Roig. ¿Qué nombre de mierda es este? No sé si me acostumbraré a esta imposición de olvidar a la persona que soy. O que era… ya no sé. Me siento en el limbo a mitad de transición para habitar un nuevo cuerpo. Soy como uno de esos cangrejos ermitaños que mi padre me traía cuando volvía de faenar, para que viera cómo cambiaba de concha al encontrar una más grande. Él elegía libremente. Yo no. Cómo me duele recordar los momentos con mi padre, el intenso olor a pescado de aquel cubo azul, sus cálidos abrazos y el sabor salado de su mejilla al darle un beso. Todo eso ya no me pertenece.

Me han arrebatado la vida otra vez, pasando de víctima a impostora. ¿Cómo voy a fingir ser yo sin serlo? Ese señor de gabardina gris y ojos turbios me dejó bien claro que debía dejar atrás mi pasado y empezar una nueva vida. Me dieron ganas de escupirle. Pero, aquí estoy, en esta habitación de hotel de sábanas limpias con olor a cítricos e impolutas cortinas que esconden una inmensa pared de ladrillo. Sentada sobre el colchón duro, debo aceptar mi nueva identidad, mi nuevo yo. Al menos dormiré bien por una noche.

Menudo canalla era el muy imbécil de mi exmarido. Debería haberle matado cuando tuve la oportunidad. Ahora no estaría aquí, maldita sea. Estaría en la cárcel y continuaría con mi mala vida, sí, pero al fin y al cabo seguiría siendo dueña de ella y conservando mi antiguo nombre, el que ahora ya no es mío. Joder. Sin embargo, ahí están esas maletas llenas de la mujer que debo fingir ser, perfumada y elegante. Enfundarme en la niña recatada y discreta que siempre desearon mis padres y nunca tuvieron.

Debería haber matado a aquel miserable aquella noche…